Cuando él no quiere hijos

En ocasiones, el deseo de ser madre termina haciéndose añicos al encontrarse con la negativa de la pareja. “Todavía no estoy preparado” o “esperemos a estar mejor económicamente”, son algunos de los argumentos más frecuentes. Pero, ¿qué sucede cuando la persona amada dice: Un “No” rotundo. ¿Es posible seguir juntos cuando no hay acuerdo sobre un tema tan importante como éste?

Muchos hombres confiesan –desde el comienzo mismo de la relación y por distintas razones– su deseo de no tener hijos. Otros, quizás más sutiles, dicen: “no, al menos por ahora”. Y son justamente ese tipo de casos los que resultan más desconcertantes, ya que para muchos varones el momento de ser papás, aparentemente, no llega nunca. Siempre hay un nuevo logro profesional que obtener, una hipotética mejoría económica que nunca llega, un viaje más que hacer “nosotros dos solos”.

Si bien es cierto que para los hombres el reloj biológico no es un factor a tener en cuenta, en el caso de la mujer si, a cierta edad una alerta roja empieza a sonar con fuerza. El embarazo es poco menos que ahora o nunca. Es entonces cuando muchos varones empiezan a retroceder y, eventualmente, incluso optan por cortar la relación.

Vale entonces la pena preguntarse qué puede impulsar a un hombre (aún cuando en muchas otras ocasiones haya hablado de su deseo de tener hijos) a renegar de la paternidad cuando su pareja le hace un planteamiento concreto. Puede ser que el miedo del hombre se base en un temor a un compromiso mayor en la relación, que a partir de un hijo ya se siente como definitiva. En otras ocasiones -sobre todo en el caso de personalidades inseguras- aparecen el egoísmo y los celos, ya que se teme que el bebé capte todo el interés de la madre y anule el amor que ésta siente por su pareja.

Aceptar el reto de ser padres es un paso que no todos los varones están preparados para dar. ¿Por qué? Porque implica una gran responsabilidad y un enorme compromiso, además de una serie de renuncias que no todos están dispuestos a aceptar.

A veces sucede que el hombre no sabe por qué le pasa esto de no querer tener hijos, o de ligar su proyecto de vida, más a una cuestión profesional o de pareja que a la idea de la paternidad. Pero es muy factible que detrás de todo eso se encuentre el miedo a proyectar el futuro.
Sea cual sea la razón, si esto es un factor de conflicto de la pareja se hace indispensable la asistencia profesional. En este tipo de casos, la terapia individual, o incluso de pareja, facilita que las respuestas –muchas veces desconocidas hasta para quien se niega a ser padre– salgan a la luz.

 

Claudia Campos. MHS

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