Nuestro cuerpo parte de nuestra sexualidad

Desde hace mucho tiempo oímos repetir con insistencia que la educación sexual  de antes se limita solo a enseñarnos los aspectos biológicos de la sexualidad dejando de lado lo más importante: lo psicológico y lo social. Esta afirmación es falsa en toda su extensión.

Quienes trabajamos en el campo de la salud y la educación sexual sabemos del desconocimiento que se tiene del propio cuerpo en casi todos los casos, pero especialmente del sexual. No solo hay ausencia de conocimientos, sino que existen ideas distorsionadas y más aun creencias míticas y mágicas sobre la estructura(anatomía) y el funcionamiento(fisiología) de los sistemas sexual y reproductivo.

¿Cuantas mujeres se atreven a informarse sobre la conformación y la estructura de su propio sexo? Poquísimas y entre éstas, son mínimas las que se arriesgan a hablar sobre el tema sin sentir culpa  como si cometieran actos impúdicos, y contrarios a la moral. La ignorancia, en este terreno, es absoluta, lo poco que se sabe se presenta cubierto de vergüenza y se susurra en la más total confidencia. Frente a la propia genitalidad la mujer se comporta como si fuera la portadora involuntaria de un mal inevitable, de un peligro siempre en acecho de un mecanismo explosivo que le impide hablar y conocer abiertamente su cuerpo, en particular sus órganos genitales.

Existe un rechazo profundo a conocerse, tocarse, hacer propia una región de sí que la mujer, desde siempre, ha considerado extraña y prohibida. “Esas partes son poco atractivas para mirar y una se resiste a imaginar cómo está hecha”. Este es el comentario más común de muchas mujeres adultas que lo consideran feo y hasta repugnante.

Lo curioso es que  oímos a  muchas mujeres quejarse acerca de su sexualidad, de su insatisfacción sexual, de su incapacidad para lograr tener orgasmos; sin que piensen que el primer paso para vivir una sexualidad sana y placentera es el reconocimiento de su propio cuerpo, de sus reacciones y sensaciones;  cambiar los conceptos errados con respecto al cuerpo y los genitales y empezar a tener una concepción mas sana y positiva del propio cuerpo y la sexualidad.

Ya que no se puede gozar con algo a lo cual se le teme, desprecia o considera desagradable o repugnante, con un cuerpo que hemos separado de nuestra sensibilidad. Las mujeres debemos luchar cada día por conocer y sentir los componentes anatómicos de nuestro aparato genital como parte positiva de nuestro cuerpo, puesto que una mujer que se siente a gusto con su propio cuerpo podrá brindar y recibir placer con su pareja, sin restricciones, ni limitaciones.

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Claudia Campos. MHS

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