Miedo a la soledad

Difícil encontrar un concepto que produzca más temor, más  aversión, más  angustia que el de la soledad. El temor a la soledad constituye una de las razones para establecerse en pareja. Y es que, en realidad, mucha gente pasa la vida evadiendo esta faceta tan desconocida y desprestigiada de la existencia humana, al menos en los últimos años.

Para el ser humano en el pasado era primordial pensar sobre sí mismo, explorar su interior, sus intuiciones, sus sueños, sus presagios y visiones, pero también sus pensamientos, su ética, sus reacciones, la esencia de su ser. Y… en cambio para el hombre de hoy, ese  hombre de la llamada postmodernidad, es fundamental construir su apariencia, su estética, su entorno inmediato, su reputación, su prestigio y su éxito social. Esta es precisamente la gran explicación sobre por que es terrible e indeseable, antes que nada, la eventualidad a la soledad.

Para una persona que ha explorado su interior, ha experimentado el conocimiento de sí mismo, se ha cuestionado e indagado por sus posibilidades, ha iniciado una comunicación intima y se ha dado a la tarea de ir respondiendo interrogantes acerca de sí, el hecho de estar solo únicamente implica una situación física, que no aterra, ni amarga. Se trata de una ocasión para continuar su autoconocimiento.

En cambio, para la mayoría de los seres humanos, con todos sus afanes de tiempo, sus intereses de prestigio, su impaciencia por los resultados, sus búsquedas de éxito social, sus preocupaciones estéticas, quedarse solo es tener que enfrentarse de un golpe con el silencio del fondo, con el vacío de no conocerse, con la eventualidad de no contar consigo mismo, con la incertidumbre de no saber qué hacer.

Y no precisamente  estoy hablando de la  soledad como sinónimo de soltería, NO.

O si no ¿porque muchas personas que viven en pareja, experimentan este mismo sentimiento de soledad?

La soledad debería ser vista  ante todo como una parte de nuestro propio ser, una certeza de nuestra existencia, un espacio que nadie puede invadir, un terreno de aprendizaje y crecimiento personal.

Vista de esta manera, la soledad en muchas ocasiones puede ser nuestra mejor compañera.

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