Todos sabemos que hoy en día muchas parejas deciden separarse o divorciarse y optan por reconstruir sus vidas junto a otra persona y esto es maravilloso para la pareja. Pero cuando hay niños de por medio, la cosa puede complicarse un poco. De allí que deberíamos hacernos algunas preguntas para poder hacer mas fácil este nuevo camino. Por ejemplo; ¿Cómo viven ellos la presencia de esa nueva persona? ¿Cuál es la mejor manera de presentar la nueva pareja al niño? En definitiva, ¿cómo debemos hacer las cosas?
Desde ya puedo decirles que con mucha paciencia, cariño y comprensión. Y siempre tener en cuenta que aún con los hijos propios ser padre o madre es una tarea compleja y a veces agotadora, con mayor razón con hijos/as que no son nuestros. Además, no podemos perder de vista que la figura del padrastro o madrastra por años no ha sido la mejor, aunque por fortuna toda regla tiene su excepción.
Nadie debe sentirse presionado a querer inmediatamente al hijo/a de la nueva pareja, del mismo modo que no hay que forzar a los pequeños a que acepten al nuevo cónyuge de su padre o madre desde el primer día, como si lo conocieran de toda la vida. Por eso es tan importante estar en continua comunicación con los hijos, hablarles la verdad y tener paciencia mientras ellos se ajustan a la nueva situación. Recuerden que, al principio, los niños pueden rechazar a la nueva figura, cuestionando su autoridad. Ya que ellos inconscientemente, perciben a la nueva pareja de sus padres como un rival o presunto sustituto. No hay que caer en la trampa de sus provocaciones ni presionarles para que le acepten rápidamente.
Tampoco debe olvidarse que a los pequeños este cambio puede hacerles sufrir y les provoca cierta inseguridad ya que se confirma para ellos la pérdida de sus padres biológicos como pareja.
Otro factor importante es aclarar bien los roles de esta nueva persona en la familia. No se trata de ponerse en el lugar del padre o la madre ya que nunca podrán ser del todo sustituidos. Es preferible tratar de potenciar y aceptar la relación con el progenitor que no vive con él, ya que tiene un lugar incuestionable en la vida del niño.
Y por ultimo el niño debe poder elegir el tipo de relación que desea o puede mantener con la nueva pareja de su padre o madre. Por tanto, no hay que imponerle que le llame “papá” o “mamá”, ni criticarle si se dirige a él por su propio nombre.
En cualquier caso, siempre debe tenerse en cuenta la realidad de los niños ya que son las personas más frágiles de todo este escenario y, es que para los adultos encontrar un nuevo compañero/a supone la posibilidad de rehacer su vida de pareja, pero para ellos implica un cambio importante y no siempre fácil de asumir.
Claudia Campos, Ps, MHS