Síndrome De Cenicienta

 A pesar de la gran importancia que tiene el papel de la mujer dentro del hogar, sin duda
alguna el trabajo de ama de casa es el  menos reconocido en la  sociedad.  Este desprestigio por la profesión ama de casa, hace que cada vez existan más y más mujeres que busquen su realización fuera del hogar incorporándose al sector “laboral” sin caer en la cuenta de que ahora todo se complicará un poco más para ellas, pues tendrán que combinar sus labores fuera y dentro del hogar.

La mujer “trabajadora” debe asumir su doble jornada, situación que se agravará aún más al tener hijos, handicap muchas veces imposible de superar ya la propia educación recibida nos hace sentirnos imprescindibles y responsables de cuanto acontece en nuestro hogar, y nos sentimos más que culpables al dejar a nuestros hijos para ir al trabajo.  La psicología moderna apunta a que el instinto maternal no es innato pero el fuerte peso de la transmisión cultural hace que la mujer sea vista como la responsable de las tareas domésticas y del cuidado y educación de los hijos, rol que ella misma acepta y que la obliga a estar siempre al pie del cañón. Su trabajo, que no es reconocido por el resto de la familia, resulta agotador, desde que se levanta hasta que se acuesta atiende a sus hijos, los lleva al colegio, va a la compra, realiza las comidas, lava los platos, plancha, limpia, cose… y un largo etcétera. No existen domingos, vacaciones o festivos, para ella todos los días son igual, siempre pendiente de cuantos la rodean, llega a olvidarse de sí misma, de sus propias necesidades. Muchas mujeres llegan a convertirse en verdaderas esclavas de su hogar y de su familia, sin exigir nada a cambio, es lo que se ha denominado “síndrome de Cenicienta”.

Y por si fuera poco de vez en cuando tienen que responder a la pregunta: “¿pero tu no trabajas, verdad?”. No, ellas que son educadoras, enfermeras, empleadas de hogar, administradores del patrimonio familiar…

Pero claro, si le damos la vuelta a la moneda, resulta que sus contemporáneas trabajadoras tienen que hacer prácticamente las mismas obligaciones mientras las combinan con su vida laboral, quizás el piso no este tan limpio, ni pasen tantas horas con sus hijos, hasta tienen que quitarse alguna hora de sueño para preparar la comida del día siguiente, son mujeres exigentes consigo mismas que se obligan a llegar a todo, son las llamadas “superwoman”.

Y es que lo miremos por donde lo miremos las cosas no han cambiado tanto, ambas al fin y al cabo siguen siendo amas de casa, pero las primeras se sienten solas, ignoradas y desprestigiadas socialmente, y las segundas sobrecargadas, explotadas y estresadas.  En resumidas cuentas, la mujer debe tomar verdadera conciencia de su situación, sea cual sea, y tomar cartas en el asunto antes de que sea demasiado tarde, de lo contrario ciertas enfermedades tan propiamente femeninas como los consabidos dolores de cabeza, la depresión o la ansiedad acabarán por hacer mella en ellas.

 

Claudia Campos. MHS

 

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