Podríamos decir que una de las necesidades más apremiantes de la vida para muchas personas es escoger adecuada y satisfactoriamente a su pareja, a esa otra persona que nos ayude a superar el hecho de “estar solos en el mundo”.
Es una decisión que desde muy pequeños, particularmente a las mujeres, se nos anuncia que debemos tomar, mensajes como: “cuando te cases”, “cuando tengas tu propio hogar”, “cuando tengas hijos”, hacen inevitable que una de las principales metas para muchas mujeres sea el formar una pareja.
Vivir en pareja es un gran reto, nadie aprende a vivir con su pareja por anticipado. Todos de una u otra forma aprendemos lo que es una pareja por el estilo de relación que llevaron nuestros padres, y así, con nuestras propias vivencias y con las mejores intenciones comenzamos a construir una relación.
Lo que sucede muchas veces es que a pesar de que las personas sueñan con encontrar a alguien a quien amar y quien las ame, tener una unión estable y duradera que produzca seguridad y satisfacción, La gran mayoría eligen su pareja sin una conciencia clara, sin expectativas definidas y compromisos concretos y los caminos que cada miembro de la pareja coge para llegar a ser “felices”, son tan diferentes que no se cruzan ni se encuentran y a pesar de los esfuerzos las cosas poco o nada funcionan.
Otro factor es que muchas parejas hoy en día tratan de conquistar su “ libertad y espacios”, pero existe desorientación y confusión para asumirlos y manejarlos.
Tal vez un buen comienzo para construir parejas mas sólidas y positivas seria que como seres humanos aprendiéramos a comunicar y establecer por anticipado las prioridades de cada quien en cuanto a las metas individuales, el lugar que puede tener el amor y la formación de la pareja en cada uno de nosotros, la proyección al futuro y la madurez para asumir responsabilidades y tomar decisiones.
Entender que no importa cuánto o qué tan intenso es el amor; cada uno tiene intereses, actividades y proyecciones de vida individuales y estas deberían ser reconocidas, aceptadas y respetadas por el otro.
Igualmente debemos respetar hoy en día la decisión de muchas personas de no vivir en pareja, de no casarse, al no encuadrar esto con sus aspiraciones de vida. Ellas pueden decidir por tener una pareja amorosa, sin convivencia ni compromiso matrimonial, y percibirla gratificante e igualmente son personas realizadas y plenas con su vida, pues formar pareja es una opción de vida, una decisión, no una obligación.
Claudia Campos